GASTRONOMÍA DE IGEA

Igea ha sabido conservar una variada gastronomía de fiestas, lo que le honra como pueblo amante de las tradiciones. Así, por San Blas son típicas las rosquillas del Santo. En el "día de las culecas", 29 de abril, en todas las casas habrá el bollo relleno de chorizo, lomo, costilla y huevo duro. En las fiestas patronales el plato estrella es el calderete y para postre las mantecadas son dulce más elaborado. Para Santa Lucia muchos comerán los tradicionales "hormigos". Ya se ha perdido la costumbre de comer olivas y nueces el día de San Antón, de hacer un gran queso de cabra para San Juan y de comer aquellas nueces y queso que ofrecía la Cofradía de San Sebastián.

Pero si hemos de elegir la reina de la gastronomía en Igea, habrá que fijarse en la miel pues, no en vano, este pueblo se encuentra en cabeza de los productores de este rico alimento. Actualmente se obtienen unos 35.000 kilos de miel en las más de 5.000 colmenas, que permiten unos ingresos extraordinarios a unas diez familias de la localidad.

El paraje de la "Dehesa de Sierra Mala" es un paraíso para las abejas por la gran cantidad de romero que por allá crece. En general, por todo el término municipal crece profusamente el tomillo, el cantueso, el brezo o el espliego, plantas que posibilitan la producción de una miel de gran fama.

Casi todas las colmenas tienen, hoy, carácter ambulante o trashumante. Se trata de buscar, en cada terreno, las mejores épocas de floración. Por ello no es de extrañar que a comienzos de la primavera se coloquen cerca del Ebro, después serán llevadas hacia la provincia soriana, donde se una floración más tardía, para acabar el verano en las altas cumbres de Piqueras, donde prolifera el biércol, una de las plantas de floración más tardía. A finales de octubre las abejas entrarán en un largo letargo invernal, del que despertarán por marzo.

En nuestros paseos por el monte podremos descubrir las colmenas situadas en solanas en lugares tranquilos, poco transitados, orientadas preferentemente hacia el Sur para evitar los frescos vientos del Norte. Es muy interesante comprobar cómo las mismas abejas que produce una exquisita miel ayudan también a la correcta floración de otra de las riquezas de la zona: los almendros. Es un perfecto ejemplo de complementariedad entre agricultura y ganadería.